Un 29 diferente

Muchas gracias por el cariño, por la preocupación, por los saludos y por todo el amor, leí todos los mails y con algunos hasta me emocione un poquito.
Nuestro cumpleaños acá fue bastante inusual, no hubo abrazos, excepto el de Gus y el mio, no hubo felicitaciones ni llamados desde temprano deseandonos felicidades, no hubo preparativos para la fiesta de la noche, ni una gran torta, ni asado, ni cena. Lo que si hubo fue mucho cariño; nuestro 29 nos pilló trabajando, ese día el Gus terminaba a las 6:30 de la tarde y yo, supuestamente, a las 11:00 de la noche, lo que no dejaba espacio para ir a cenar a algún lugar agradable, así que me anticipe y compre una torta, no la mejor que encontre, pero era lo que había, dos botellas de champaña y algo para picar.
Al final, en el trabajo me sorprendieron y me dejaron ir a las 7 de la tarde, eso sí, antes de dieron un tiramisu que decía "Feliz cumpleños", una tarjeta firmada por hartos compañeros y un boleto de loto, después de comerme el tiramisu, que estaba delicioso, me fui para el depto, al final decidimos ver una película y nos fuimos al cine a ver "Bourne Ultimatum". Del cine salimos como a las 11 y nos devolvimos a la casa, donde apagamos las velas simbolicamente, ya que me olvide de los fósforos y como acá es todo eléctrico no había como prenderlas, además después nos pusimos a pensar que si las apagabamos iba a salir humo y se iba a poner a sonar la alarma de incendio, así que pretendimos que estaban prendidas, pedimos un deseo y las apagamos, un aplauso, una sonrisa, sin canción y a comer se ha dicho.
Este 29 no se sintió como si hubiera sido nuestro cumpleaños, la distancia, la frialdad de las personas, fueron contribuyentes, además el hecho de estar trabajando hasta tarde. En un momento del día yo me sentí triste, pero después cuando compartimos nuestros regalos y nuestro cariño con el Gus, se me pasó. Sin embargo, no puede evitar una sensación de sentirme ajena, fuera de lugar, ya que era el día de mi cumpleaños y nada parecía marchar como usualmente las cosas marchan ese día. Todo continúo igual, seguí siendo Isabel, sin bombos ni platillos, sin abrazos, sin torta, sólo con un año más y con muchas más historias que contar.

Nuestra torta en forma de rosquilla
Esta ovejita deliciosa me la regaló el Gus

Ahora duermo con ella y cuando despierto le hago cariño, es un reemplazo temporal de mis gatos.
Mi regalo fue este perfume "Versace Man", fresco y liviano.
Aquí, celebrando con unas botellas de Bernardino, una champaña local, dulcesita.
Aca estoy con los regalos que me dio mi hermanito, la ovejita y un libro.