Había una hermosa y joven mujer llamada Kuirau que disfrutaba bañarse en el lago, su afición por las aguas era tal que el esposo de Kuirau afirmaba que el lago le pertenecía a su mujer. Sin embargo, existía una criatura milenaria que habitaba el mismo lago, el Taniwha.
El Taniwha obervó a la muchacha bañarse día a día, hasta que no pudo soportar más. Una mañana la criatura subió a la superficie del lago y capturó a Kuirau.
Según el floklore maori, la joven murio de espanto o fue llevada prisionera a la guarida del Taniwha. Aunque el destino de la joven no está muy claro, su desaparición despertó la ira de los dioses, quienes hicieron hervir el lago para deshacerse de la malvada criatura.
Desde aquel día, el lago fue nombrado Kuirau en honor a la hermosa joven que solía nadar en sus aguas.
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