miércoles, 12 de diciembre de 2007

La conquista del paraiso

Te Anau es un pequeño pueblito sureño, conocido por ser la entrada al Parque Nacional de Fiordland y por ser la capital mundial de las caminatas, así que no podíamos ser menos y decidimos hacer "Keepler Track", una ruta que se extiende por 60 kilómetros a través de las montañas, pero nosotros sólo hicimos 20 en un día.
La aventura comenzó temprano, a eso de las 8:00, con una ducha y una ida rápida a comprar un subway sandwich para nuestro almuerzo en la montaña. A las 9:30 debíamos tomar el taxi acuático que nos llevaría a la otra orilla del lago Te Anau y al comienzo de la travesía. Al llegar nos esperaban 4 horas de caminata en subida hasta el refugio, pero nuestras habilidades de alpinistas redujeron el tiempo a dos horas y media.
Entre paisajes espléndidos y desolados divisamos la nieve en la cumbre del Monte Luxmore, a 1400 metros de altura y a dos horas más de camino, con el Gus nos miramos y nos preguntamos: ¿Llegamos a la cumbre? la respuesta no se hizo esperar: síííííí. Sabiamos que perderíamos el taxi acuático, el cual dejaba la costa a las 4:30 de la tarde y lo que significaba volver a pie al pueblo bordeando el lago y nos agregaba 5 horas extra de camino. Pero ya nada importaba excepto por llegar a la cumbre y conquistar el valle.
Luego de caminar en subida durante dos horas llegamos a la primera mancha de nieve y fue como ganar un trofeo; nos impregnamos de las micropartículas de hielo y continuamos hacia la cima, hacia la meta. El viento se volvía cada vez más frío y poderoso y con él aumentaban nuestras fuerzas y nuestro ánimo. Finalmente divisamos una señal que anunciaba la cumbre a 400 metros, continuamos hasta el nacimiento mismo de la roca que se empinaba hacia el cielo y la eternidad. Un sorbo de agua, un segundo para recuperar el aliento y seguimos con la travesía.
15 minutos después estabamos en la cima del Monte Luxmore, observando el valle, el lago y el pueblo en la lejanía, desdibujado y confuso, como un simple bosquejo.

Yo nunca había llegado tan alto en una montaňa, mis hermanos, tíos y primos lo habían logrado en Chile escalando el cerro San Ramon y el Punta de Damas, que además son bastante más altos (alrededor de 3000 metros). Así que me sentí muy pero muy bien, además la sensacion de libertad es inmensa y placentera.
Pasamos más de una hora descansando en la cumbre para después emprender el regreso a casa, casi 6 horas nos tomó llegar a nuestro alojamiento en Te Anau y la verdad mis articulaciones y mis músculos venían casí en colapso, el más afectado era mi pie izquierdo, donde el dedo gordo y el pequeňo en conjunto se habían negado en seguir funcionando correctamente y el dolor se hacía casi insoportable. Llegamos a destino a eso de las 9:45 de la noche, nunca había dormido tan bien en toda mi vida y aunque al otro día me dolía todo, la experiencia valió la pena totalmente.
Vista desde la cumbre
Jugando con nieve en la cima
Casi al llegar a la cumbre
Durante la caminata, parte del paisaje
Los cordones de cerros estaban por todos lados
Aca aun no llegabamos al refugio
Esta fue la primera mancha de nieve que encontramos

El aporte de Gus, una probadita

3 comentarios:

Normita dijo...

Ay amiga!! si te sirve de consuelo, no eres la única que tiene que lidiar con el "OLOR A ALA" a diario; los kiwis serán hediondos, pero los Indios no lo hacen nada de mal y desde temprano en la mañana, cuando se supone que uno se va a la pega duchadito y bañado en perfume.
Que rico que estén conociendo harto y ojalá pronto llegues para que nos juntemos...hay tanto de que conversar!!!
Te extraño mucho y espero verte pronto.
Un beso

Anónimo dijo...

Te felicito prima, las cumbres son siempre bienvenidas, no importa lo altas que estén, lo que importa es la determinación que se debe tener para seguir adelante y alcanzar luego de tanto esfuerzo, ese mágico lugar desde el que puedes mirar en 360 grados y sentirte en paz, con tranquilidad y muy orgulloso de tí.
Imagino ese dolor de dedos, imagino los muslos tiritando de cansancio al descender, imagino esa noche de sueño profundo, imagino ese despertar con un dolor generalizado en cada músculo del cuerpo y me acuerdo de las mismas travesías que solía hacer años atrás con mi papá, el César, el Abuelito, tu papá y el Paul.
Hablar de cerros es recordar parte de mi vida, me emocionó mucho tu post.

Besos

Andrés

Peripeteia `·.¸¸.·´´¯`··._.·O.o° dijo...

hola mi niña jjjajajajajaja muy bueno tus comentarios sobretodo lo de los alemanes. Veo que lo estás disfrutando a concho, cuándo te tenemos de vuelta??
Un beso gigante